La Increíble Aventura del Zeppelín L59


En 1917 en el África Oriental Alemana una desigual lucha estaba teniendo lugar. La libraban, por un lado, los ejércitos de las potencias coloniales europeas aliadas contra Alemania en la I Guerra Mundial. Un ejército de más de 300.000 hombres compuesto por contingentes de Francia, Sudáfrica, Bélgica, Reino Unido y Portugal. Por el otro lado un pequeñísimo contingente de tropas alemanas e indígenas al servicio del II Reich, los fusileros africanos denominados askaris.

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Las fuerzas alemanas estaban compuestas por 3.500 europeos y unos 10.000 askaris estaban mandados por el coronel, más tarde general, von Lettow.

La guerra comenzó en 1914 y debido al absoluto dominio de los mares que ejercía el Reino Unido y sus aliados estos bravos no recibieron un solo cartucho desde la metrópoli, exceptuando un crucero ligero que salido desde la ciudad china Tsing Tao y tras librar una solitaria guerra de corso por Pacífico e Índico se vio obligado a internarse en el río Rufiji y su artillería y hombres empleadas en la defensa de la colonia africana.

En 1917 el segundo de von Lettow fue hecho prisionero por las fuerzas británicas y posteriormente devuelto a Alemania por un canje de prisioneros entre amabas potencias. Una vez en Alemania el alto oficial dio cuenta al mando de la delicada situación que las fuerzas de von Lettow, tras tres años de lucha contra un enemigo muy superior y sin ser abastecido, estaban atravesando.

Con diligencia germana el estado mayor alemán imaginó una forma de auxiliar a aquellos valerosos guerreros que a 7.000 km de distancia, en el Trópico, luchaban por defender el Imperio Alemán.

Una vez descartada la posibilidad del auxilio naval ya que el bloqueo británico la haría inviable, se dispuso que un Zeppelin llevara los ansiados suministros a las tropas germanas de Tanganika. Así se procedió a modificar el dirigible L.57 que se encontraba en construcción para la Marina Imperial, por que los dirigibles dependían de la Armada, no de la Fuerza Aérea. Desgraciadamente el dirigible L.57 sufrió un accidente durante sus pruebas, de forma que se procedió a modificar el Zeppelin L.59, que sería el encargado de llevar a cabo el Afrika-Flug,-vuelo africano-.

El L-59 tenía unas dimensiones de 226 metros siendo en ese momento el dirigible más grande del mundo y estaba propulsado por cinco motores Maybach de240 cv. La mayor dimensión de esta nave respecto a las de bombardeo se debía a la necesidad de incorporar dos células de gas adicionales necesarias para soportar el gran volumen de carga que debía transportar a más de 5.600 km al sur. Con estas modificaciones el L.59 era capaz de cargar 14toneladas de suministros (medicamentos, ametralladoras, munición, machetes y sierras mecánicas). Como el vuelo ibaa ser solo de ida dada la imposibilidad de recargar en África el hidrógeno para la vuelta el L-59 se diseñó para ser desmantelado una vez llegado a su destino.

Las pasarelas de su interior estaban hechas de cuero que podía ser cortado para confeccionar botas, el esqueleto de aluminio estaba previsto desmontarlo y emplearlo para confeccionar soportes para tiendas de campaña que estarían cubiertas con el tejido de algodón del revestimiento exterior del dirigible. El transmisor/receptor de radio sería desmontado y montado en tierra proporcionando así a von Lettow la posibilidad de comunicarse con la metrópoli. Finalmente la carga incluía una caja de botellas de vino para celebrar el éxito del vuelo”. Una vez en África los 22 tripulantes del L.59 se debían de unir a las fuerzas de von Lettow ante su imposibilidad de regresar a Alemania. El comandante del dirigible era el joven e inexperto Kapitanleutnant Ludwig Bockholt, ya que la Marina Imperial no deseaba prescindir de los servicios de ningún comandante experimentado.

Al desconocer la localización exacta de las fuerzas de von Lettow, cuyo ejército debía de permanecer siempre en movimiento dado el acoso de las fuerzas aliadas, el plan de Bockholt era, una vez en al área entre el lago Nyasa y el Índico, localizar alguna fuerza militar. Una vez localizada esta fuerza se mantendría a suficiente altura para evitar el alcance de los disparos de tierra y lanzar en paracaídas a un voluntario que debía identificar a esta fuerza como alemana. En caso de respuesta afirmativa este voluntario debía realizar una señal prefijada mediante una señal visual preestablecida que indicaría que el Zeppelin podía tomar tierra.

El 21 de noviembre de 1917 el L-59 partía desde la base búlgara de Yambol, la más meridional de los alemanes. Al principio el viaje no registró mayor complicación, hasta la llegada de la noche. Esa primera noche sobre el Mar Mediterráneo se desató una violenta tormenta eléctrica que provocó un gran sobresalto a los valientes hombres pájaro alemanes…
El zeppelin se agitaba furioso agitado por los elementos. Al operador de radio se le antojó que el propio Eolo agitaba con vehemencia una bandera británica con la que amenazaba con derribar la aeronave teutona. No obstante las inclemencia meteorológicas el Zeppelin surcaba, infatigable, el ennegrecido cielo del Mare Nostrum de los romanos. De pronto una voz rasgó, más fuerte que la metralla, el monólogo del viento: “¡Fuego, la nave está ardiendo!”.
Bockholt, echó una rápida e instintiva mirada a las consolas de madera atestadas de relojes que se encontraban en el puente…las agujas marcaban los valores normales. Imperturbables. Acto seguido mediante el tubo de fonía se comunicó con todos y cada uno de los departamentos de su gigantesca nave… en ninguno sufrían ningún percance. Solo al final, al asomarse por las ventanas se percató de lo que sucedía…un inofensivo fuego de San Telmo recorría la proa del gigantesco cigarro puro alemán.

El fuego de San Telmo es una luminiscencia que ocurre cuando un elemento se carga de electricidad estática al atravesar la atmósfera de una tormenta. Un ejemplo clásico de ello eran los mástiles de los veleros en los que era relativamente común que sucedieran fenómenos de estas características y que eran tomados como presagio de mal augurio por los marineros supersticiosos.

Una vez superado el sobresalto la nave prosiguió su rumbo sur y a la mañana siguiente la tripulación desayuno sobre el desierto egipcio. Era la primera vez que un dirigible volaba tan al sur, y la tripulación se tuvo que enfrentar a particularidades del vuelo sobre el desierto: el calor dilataba el oxígeno de las células lo que provocaba unosascensos inesperados, las corrientes de aire caliente en acensión provocadas por la arena ardiente del desierto hacían que la nave experimentara continuas subidas y bajadas, y el reflejo del sol creó problemas visuales a varios miembros de la tripulación. Finalmente, y como colofón, el motor que alimentaba el transmisor de la radio de la nave se averió.

La noche del 22 al 23 la nave alcanzaba la latitud de Jartum y justo en ese momento se recibió un radio que llegaba desde Berlín. En el mensaje se mandaba abortar la misión ya que los británicos hsbísn tomado las tierras altas de la colonia, y los portugueses, desde el sur, se aprestaban para asestar el golpe de gracia a las fuerzas alemanas del protectorado. La orden emitida por el mando de la Marina se emitió tras desencriptar unas transmisiones británicas aunque algunas fuentes aseguran que se trató de una intoxicación intencionada generada por los servicios secretos británicos. Bockholt con un nudo el el estómago dio la orden de regresar a Jamboli, Yambol.

El Zeppelin aterrizó, tras un accidentado regreso, en Jamboli a las 7:40 horas del día 25. La nave había volado 95 horas y recorrido 6.800 kilómetros. El dirigible había batido todos los records de distancia y había mostrado elcamino a los grandes Zeppelines comerciales del periodo de entreguerras.

El L-59 fue acondicionado para misiones de bombardeo. El 7de abril de 1918 Bockholt y su tripulación partieron desde Yambol para bombardear la base británica de La Valetta, Malta. Cerca de la isla maltesa la nave se incendió por causas desconocidas y cayó al mar. No hubo supervivientes.

Von Lettow y sus askaris ajenos a todo aquel drama continuaron su lucha contra los aliados en el continente negro. Sin haber sido socorridos en ningún momento y subsistiendo con los medios que le capturaban al enemigo fueron los últimos alemanes en rendirse. Se rindieron una semana más tarde del final de la guerra en Europa en Noviembre de 1918.

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