Stonehenge


stonehengeEn el condado de Wiltshire, en el sur de Inglaterra, en medio de una ancha llanura, una singular estructura de piedras que se yergue al cielo, llamada «Stonehenge», atrae tanto a turistas como a científicos. Paso a paso se descubrieron hasta los menores detalles de su génesis, pero aun así no hay nadie en la actualidad que puede explicar con certeza por qué se construyó esta obra.

¿Representa Stonehenge un templo, un observatorio astronómico o acaso un presente de seres extraterrestres inteligentes? En general se sabe poco de la finalidad práctica de este tipo de estructuras megalíticas, que existen tan sólo en Stonehenge.

Sin embargo, los arqueólogos coinciden en la datación de su nacimiento: los cimientos de este fascinante monumento de piedra se pusieron hace más de 5000 años, mucho antes que las pirámides de Egipto.

Una obra de quince siglos

La primera fase se sitúa alrededor del año 3000 a.C. En aquel entonces se formó un terraplén, un foso con 56 hoyos, los Aubrey Holes, y un menhir, hoy llamado Hell Stone, que representaba la entrada el lugar. Alrededor de 2100 a.C. se reformó, por razones hoy desconocidas, esta zona de acceso. Se trajeron piedras de las montañas de Preseli, que se colocaron en dos círculos dentro del terraplén. En una tercera fase, pco después, los constructores, hasta hoy desconocidos, acarrearon más piedras, con las que se formaron las famosas estructuras trilíticas (tres piedras).

La forma de herradura

El centro del santuario fue demarcado alrededor de 1900 a.C. por cinco trilitos a modo de portales, dispuestos en forma de herradura. Estaban rodeados de un anillo de 30 monolitos de piedra arenisca unidos entre sí mediante placas transversales que servían de cubierta. Tan solo en la cuarta fase, alrededor de 1500 a.C., Stonehenge adquirió su estructura actual: en aquel entonces se erigió, en el interior de la herradura, el altar central, en torno al cual se colocaron mas piedras singulares describiendo una herradura. Hasta hoy no está claro cómo lograron los constructores de entonces erigir esos enormes bloques de piedra, levantar las placas transversales sobre los pilares y colocarlas con precisión sobre sus pivotes. En cualquier caso, la población de Stonehenge debió de contar con sorprendentes conocimientos de ingeniería. O, como sostienen los místicos, con ayudantes dotados de facultades extraordinarias…

Templo u observatorio

Los visitantes ven actualmente los escasos restos de una construcción colosal. ¿Cómo fue posible transportar los bloques de piedra de 12 a 25 toneladas de peso hasta Wiltshire? Se supone que la inmensa mayoría de las rocas fueron trasladadas hasta allá desde las montañas de Preseli sobre balsas, por vía marítima, bordeando la costa galesa y desde allí por el río Avon hasta su destino. El Avon pasa a tan sólo 3,2 kilómetros del lugar.

¿Con qué fin construyeron Stonehenge?

Para el arqueólogo John Aubrey, que vivió en el siglo XVII, este lugar místico no era más que una simple «parroquia» mientras que Iñigo Jones, coetáneo de Aubrey, sospechaba que la formación representaba un templo romano. Muchos otros observadores creyeron que las reliquias de piedra era jalones, y William Stukeley, un arqueólogo del siglo XVIII, defendió la tesis, todavía muy extendida en nuestro días, de que Stonehenge era un templo druida.

Actualmente, la mayoría de los expertos comparten la opinión del astrónomo Klaus Meisenheimer, del Instituto Max Planck de Heidelberg, para quien la construcción megalítica fue un observatorio celeste prehistórico. Según el, Stonehenge era un «reloj de la oscuridad para predecir con precisión los eclipses de Sol y de Luna».

Magia druida

Cada año por el solsticio de verano, en la noche del 21 a 22 de junio, miles de personas atienden a la salida del sol sobre Stonehenge. Ese día asoma exactamente entre el Heel Stone y otra piedra que ahora ya no existe. Jóvenes seudodruidas vestidos con túnicas blancas claman y cantan: «Levanta, ¡oh sol! ¡Dispersa con tu luz radiante las oscuridad de la noche!.Los druidas, la casta sacerdotal de los celtas que no solo cumplía funciones religiosas, sino también tareas curativas y místicas, como las predicciones y la interpretación de sueños y constelaciones, mantenían una relación muy especial con el cielo y la naturaleza. Por muy impresionante que sea el espectáculo en nuestros días, sin duda no fueron los druidas los que construyeron Stonehenge. No entraron en la historia hasta 2000 años después de la obra megalítica.

Es posible que los druidas utilizaran el lugar como templo para sus ritos y quizá se percataran tambien se sus particularidades astronómicas. Cualquiera que haya sido la finalidad de Stonehenge, los esfuerzos que costó su construcción parecen indicar que tuvo muchísima importancia. Tanto si sus creadores actuaron por motivos religiosos como astronómicos, en todo caso fueron seres dotados de notables conocimientos y un talento arquitectónico extraordinario. ¿Acaso fueron personas? Su secreto permanece oculto en el circulo de piedra de Wiltshire hasta nuestros días.

Stonehenge era un santuario para los antiguos druidas

El monumento megalítico de Stonehenge, que atrae anualmente a turistas y hippies de todo el mundo y en el que algunos han visto un antiguo observatorio astronómico, fue una especie de santuario para los antiguos druidas, según un nuevo libro publicado en el Reino Unido.

Los habitantes de las islas británicas acudían a ese monumento que data de entre los años 2.500 y 2.000 antes de Cristo, para curarse de sus males como hoy hacen los cristianos que viajan a Lourdes en busca de algún milagro, afirma Timothy Darvill, profesor de arqueología de la Universidad de Bournemouth (sur de Inglaterra).

En su libro, titulado «Stonehenge: The Biography of a Landscape» (Biografía de un Paisaje), Darvill presenta pruebas de que muchos de los restos humanos encontrados en tumbas próximas a ese monumento, formado por varios círculos concéntricos de piedras de gran tamaño, indican que las personas en cuestión estaban enfermas.

Los análisis de dentaduras efectuados indican que muchos de los enterrados allí no eran habitantes de las localidades vecinas sino que habían llegado de Gales, Irlanda e incluso de la Europa continental.

Así, en una tumba descubierta en 2002 a unos cinco kilómetros de distancia de Stonehenge se identificaron los restos de un individuo que parecía proceder de los Alpes suizos y recibió de sus descubridores el nombre del arquero de Amesbury.
Darvill señala en su libro que varias leyendas del siglo XIV hablan de un mago que trajo aquellas piedras mágicas desde el Oeste de las Islas Británicas.
«Se creía que esas piedras particulares tenían propiedades curativas porque en Preseli (Gales) había muchos manantiales sagrados de los que se creía que tenían cualidades terapéuticas», afirma Davrill.
En tiempos prehistóricos, el agua salía de las rocas que se utilizaron para construir Stonehenge, y se sabe que hasta entrado el siglo XVIII, muchos visitantes arrancaban esquirlas para utilizarlas como talismanes.
Según el arqueólogo británico, el conjunto de Stonehenge estaba presidido por una deidad que era el equivalente de Apolo, dios griego relacionado también con las curaciones.
«Aunque el principal santuario de Apolo estaba en Delfos, se creía entonces que durante el invierno abandonaba el territorio griego y viajaba a la tierra de los hiperbóreos, identificada comúnmente con la actual Gran Bretaña».

Darwill propone que los seguidores modernos de los druidas que celebran anualmente en Stonehenge el solsticio de verano en la creencia de que continúan la tradición deberían, por el contrario, llevar a cabo sus viejos rituales en invierno, cuando los antepasados creían que ese lugar sagrado lo ocupaba Apolo.
Los druidas eran los sacerdotes de los celtas aunque su papel no se limitaba a la religión sino que abarcaba otras funciones relacionadas con la astronomía, la medicina e incluso la magia.

Varios autores romanos como Plinio el Viejo y Julio César se refirieron a ellos y alguno de ellos señala que iban vestidos de blanco y cortaban el muérdago, planta para ellos sagrada, con hoz de oro.

El primero en vincular Stonehenge con la religión de los antiguos celtas fue el británico William Stukeley a comienzos del siglo XVIII, y ya a finales de ese siglo se estableció un culto neopagano relacionado con los viejos druidas.

Fuente: EFE, Londres

Enigmas Eternos

El gran emperador romano Julio Cesar sospechó, después de sus campañas en la isla británica (55-54 a.C.), que había un nexo entre Stonehenge y los ritos de los druidas, los sacerdotes celtas que para él eran «hombres muy cultos, abiertos al debate sobre las estrellas y sus trayectorias y a la grandeza del universo».

Más tarde, los historiadores no han podido establecer ningún vínculo entre los celtas y los círculos de piedra. Tampoco existen pruebas de la influencia de otras culturas, como la de los hindúes o los mayas, ni de que hubieran llegado los visitantes del espacio. Para los radestesistas -personas que reaccionan con especial sensibilidad a las energías que le rodean-, Stonehenge es un lugar importante, donde miden con sus varitas mágicas enormes energías. Creen que este fenómeno energético fue el verdadero motivo de los constructores de la Antigüedad. Según los radiestesistas, el enigmático monumento de Stonehenge es un centro de energía espiritual.

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