Economía del Continente Europeo tras la Segunda Guerra Mundial


Europa ha estado a la cabeza de la economía mundial durante varios siglos. En ella se sentaron las bases de la moderna organización económica, que nació con la Revolución Industrial, iniciada en el Reino Unido en el siglo XIX y expandida a todo el mundo. También en Europa se produjeron los avances técnicos y científicos que contribuyeron a la consolidación de aquélla y permitieron pasar de una economía agraria a un modelo de desarrollo basado en la industria. Sin embargo, el siglo XX ha visto desaparecer el liderazgo europeo, que ha sido sustituido por la pujanza de las nuevas superpotencias económicas, Estados Unidos y Japón.

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La pérdida de la hegemonía europea se vio confirmada tras la Segunda Guerra Mundial, que supuso la destrucción de las estructuras productivas de un continente que sólo pudo rehacerse con la ayuda norteamericana. El conflicto bélico supuso también la división política en dos bloques, el capitalista occidental y el comunista oriental. En éste, agrupado en torno a la Unión Soviética, se puso en marcha un modelo económico altamente centralizado y basado en una rígida planificación, cuyo fracaso se hizo patente al producirse el derrumbamiento de las estructuras del poder comunista a finales de los ochenta. La transición en los países ex-comunistas hacia una economía de mercado ha exigido grandes sacrificios sociales, y ha revelado el contraste existente entre Europa occidental y oriental. El triunfo político sobre el comunismo no puede esconder los graves desequilibrios y las enormes desigualdades que ensombrecen la aparente opulencia de los países occidentales, en muchos de los cuales existen bolsas de pobreza y marginación que se concentran en la periferia de las grandes urbes industriales. El paro y las dificultades de integración de los inmigrantes, cuyo número se prevé que aumente en los próximos años, son problemas de difícil solución. Europa ha intentado hacer frente a la supremacía económica de Estados Unidos y Japón mediante la integración económica y política de sus diferentes estados, con vistas a crear un gran mercado a nivel continental. Así, la Comunidad Económica Europea se ha convertido en 1994 en la Unión Europea, que aspira a englobar a los países ex-comunistas y agrupa a quince países de Europa occidental entre los cuales se han eliminado las trabas a la libre circulación de personas y capitales. Otras organizaciones económicas en Europa son la EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio) y la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económico; también cuenta con miembros no europeos). Por último, cabe hablar de la progresiva terciarización de la economía, que es un fenómeno continental, aunque no se desarrolló a la misma velocidad en todos los países.

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