Revolución Cubana 1959


La revolución cubana tuvo sus orígenes en el fracasado asalto al cuartel Moncada que Fidel Castro lideró el 26 de julio de 1953, cuyo objetivo era derrocar la dictadura de Fulgencio Batista. A raíz de ese incidente, Castro constituyó el “Movimiento 26 de Julio”, el mismo que logró, a través de una estrategia guerrillera, su propósito de instaurar un gobierno nacionalista y antiimperialista en enero de 1959. Fidel Castro, convertido en jefe indiscutible del movimiento revolucionario, reorientó la política y economía cubana hacia el bloque comunista soviético. Ernesto Che Guevara por su parte se convirtió en un mito de la revolución cubana al morir en Bolivia en 1967 intentando extender la experiencia guerrillera.

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El golpe de estado del 10 de marzo de 1952 efectuado por el general Fulgencio Batista, sesenta días antes de una elección presidencial que sospechaba no le iba a resultar favorable, marca el antecedente político más inmediato del estallido de la revolución cubana de 1959. La dictadura que impuso este general fue de inmediato reconocida por los Estados Unidos de Norteamérica, país que ejercía un continuo intervencionismo en la política interior cubana desde 1902 y que además tenía innumerables inversiones económicas que resguardar. El reconocimiento de la dictadura tuvo que ver también con el recelo que a la administración norteamericana le suscitaron los regímenes moderados de izquierda, ante todo corruptos, de los dos mandatarios elegidos por las urnas desde 1944, Grau San Martín y Prío Socarrás. Batista estrenó su régimen autoritario prometiendo la erradicación de la corrupción y del comunismo que a su juicio eran las dos amenazas de la prosperidad económica que se vivía con el auge de la exportación de azúcar. Pero ni la inmoralidad administrativa desapareció ni el radicalismo político cesó. Uno de los reductos antigubernamentales más activos fue la Universidad de la Habana. Allí un grupo de jóvenes estudiantes de izquierda intentaría acometer un golpe de Estado el 26 de julio de 1953.

El líder de los golpistas, Fidel Castro, organizó un ataque al cuartel militar de Moncada en Santiago de Cuba, que según los planes de sus ejecutores debía iniciar una rebelión generalizada en contra de la dictadura. Pero en la refriega los conspiradores fueron apresados. Unos meses después del fallido golpe, Batista reorganizaba su gobierno ampliando la participación del ejército. El proceso abierto contra los golpistas por conspiración y desorden público se celebró en agosto de 1953. Fidel Castro asumió su propia defensa pronunciando un alegato en favor de los derechos humanos y de la potestad de luchar contra las tiranías que terminó con la famosa frase: “¡Condenadme, no importa! ¡la historia me absolverá!”. En este discurso que se convertiría en pieza de lectura obligatoria de los revolucionarios que le acompañaron en su triunfo de 1959, Castro pidió el retorno de la democracia, elecciones libres y libertad de expresión. El tribunal le condenó a quince años de cárcel pero el 5 de mayo de 1955, en vísperas de la elección presidencial, Castro se benefició de una amnistía política y viajó a México en donde iba a planear una nueva estrategia para acabar con el régimen de Batista.

Batista ganó unas elecciones en donde el retiro de sus contendores por falta de transparencia en la conducción del comicio le convirtió en candidato único. El 24 de febrero de 1955 Batista inauguraba su cuarto gobierno. En 1956 se suceden una serie de actos conspiradores contra Batista, pero el más significativo de todos fue el desembarco de Castro en la isla el 2 de diciembre a bordo de la nave “Granma” con poco más de ochenta estudiantes y exiliados. Todos ellos habían fundado un año antes el “Movimiento 26 de julio”. Su manifiesto, el “Plan de México”, le describe como un movimiento insurreccional amplio, abierto a la incorporación de otras organizaciones revolucionarias y, sobre todo, dispuesto a acabar con la tiranía para lograr el restablecimiento de la democracia. Entre quienes firmaron el acta se encontraba el médico argentino Ernesto Guevara, apodado el Che, quien como gran parte del resto de sus compañeros no ocultó nunca su filiación comunista.

El desembarco del “Granma” pese a ser repelido por el ejército de Batista, permitió a Castro y sus acompañantes refugiarse en Sierra Maestra, zona desde donde iban a organizar la resistencia armada. Las simpatías que despertaba la guerrilla castrista en 1957 con su prédica liberadora, sus ataques a los puestos militares y el mito nacionalista que identifica a sus líderes, hicieron que al movimiento se fueran sumando significativos sectores de la población. Atendiendo a la composición social del movimiento se observa que sus miembros procedían de la clase media, con un arraigo especial sobre los estudiantes universitarios, a la que se sumaron progresivamente personalidades políticas decepcionadas con los partidos legalmente constituidos. Aunque es indudable la incorporación de los obreros y campesinos, su militancia fue menor. Desde su inexpugnable foco guerrillero en Santiago de Cuba, los rebeldes lanzaron el 12 de julio de 1957 un nuevo manifiesto de unidad y alianza con los grupos políticos afines insistiendo en que la razón del movimiento era acabar con el régimen batistiano y sus violaciones de los derechos humanos.

Entre tanto, el gobierno de Batista comienza a experimentar desde 1957 varias crisis en su frente interno y externo que poco a poco intensifican su aislamiento. La primera crisis estalla con la rebelión el 5 de septiembre de 1957 de un sector de la marina de guerra, hecho que a pesar de ser controlado muestra que el férreo entendimiento de antaño entre Batista y las fuerzas armadas ha dejado de existir. En seguida, hace su aparición la crisis económica provocada por la caída de los precios internacionales del azúcar que al golpear el libre intercambio monetario entre el peso, la moneda nacional, y el dólar, indirectamente afecta todavía más a los inversionistas norteamericanos preocupados ya por el clima de zozobra política que genera la guerrilla castrista. Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos llegan a su punto más bajo con el embargo de armas que decreta este último. Por último, la convocatoria de elecciones para julio de 1958 hace evidente el descontento de los partidos políticos con Batista, a quien demandan antes la plena restauración de la constitución reformista de 1940.

La difícil coyuntura política y económica provocó que las elecciones se aplazaran unos meses, en noviembre de 1958. En la contienda participaron cuatro partidos, entre ellos la coalición gubernamental que presentó la candidatura del exministro de Educación Andrés Rivero Agüero. Castro y su grupo decidieron boicotear el acto denunciando que se trataba de un fraude. En medio de una violencia inusitada triunfó la candidatura oficial, a pesar de que la oposición consideró que el candidato del partido Pueblo Libre, Márquez Sterling, había sido el verdadero triunfador. El gobierno dio por válidos los resultados y Batista se dispuso a transferir el cargo a su sucesor a principios de 1959.

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A los tres años de iniciar su aventura guerrillera, en diciembre de 1958, Castro y el apreciable número de seguidores que se sumaron a su movimiento guerrillero acometieron la última y decisiva ofensiva contra el régimen de Batista. En su recorrido desde el oriente hacia La Habana, poco a poco, las ciudades más importantes del país fueron cayendo bajo su control sin oponer las tropas del ejército mayor resistencia. El 31 de diciembre de 1959, se encontraban en las afueras de la capital. Presionado por los militares, Batista renunció al cargo en la Noche vieja y se exilió en la República Dominicana. Los “guerrilleros barbudos” habían logrado su objetivo de derribar al dictador y Castro entró en La Habana el 8 de enero de 1959. La revolución iba a encontrar un respaldo vital para su institucionalización internacional en el reconocimiento de Estados Unidos al presidente provisional Manuel Urrutia. Pero el asentamiento definitivo de la revolución comenzó con el nombramiento del propio Fidel Castro como primer ministro el 16 de febrero. En medio de un amplio apoyo popular éste prometió forjar la redención moral y la realización nacional en Cuba, dejando en un lugar secundario sus demandas originarias de libertad política.

Las reformas sociales que decretó Castro durante su primer año de gobierno tuvieron un marcado carácter moderado pero nacionalista. Así, después de hacer una visita no oficial, de “buena voluntad”, a Estados Unidos se decreta la reforma agraria de mayo de 1959 que expropia los latifundios azucareros en manos de las compañías norteamericanas a las que se ofrece una compensación económica. El primer incidente político al que Castro debió enfrentarse fue el reemplazo del presidente Urrutia, con quien discrepaba, por Oswaldo Dorticós el 17 de julio de 1959. Para forzar ese cambio, Castro presentó su renuncia al cargo de primer ministro, rectificándose cuando el relevo de Urrutia se produjo.

A principios de 1960 se iba iniciar el distanciamiento entre el régimen cubano y la administración norteamericana al reanudar aquella sus relaciones diplomáticas y comerciales con la Unión Soviética. En mayo, Estados Unidos suspendía la ayuda económica que había prestado al régimen cubano y, dos meses después, la administración Eisenhower reducía en un 95 por ciento la cuota de adquisición de azúcar cubana. El proceso de ruptura de Cuba con Estados Unidos, sin embargo, prosiguió. El 2 de septiembre de 1960, Cuba canceló el pacto militar de defensa del hemisferio occidental que había firmado con este país en Río de Janeiro en 1947. Estados Unidos reaccionó recomendando a los ciudadanos norteamericanos abandonar la isla y, en octubre, decretaba el embargo de todas las exportaciones cubanas. En represalia Castro nacionalizó más de ciento cincuenta empresas norteamericanas. Finalmente, Estados Unidos rompió sus relaciones diplomáticas con Cuba el 3 de enero de 1961. La administración norteamericana inició una ofensiva desestabilizadora apoyando la invasión de la isla en Bahía de Cochinos por grupos anticastristas el 20 de febrero de 1961. Ante este intento encaminado a destruir la revolución, el régimen cubano el 16 de abril de 1961 adoptó una decisión trascendental, Castro proclamó el carácter socialista de la revolución. Cuba inició así su alineación con el bloque soviético y el COMECON. Pero no sólo la política y la economía comenzaron a vincularse a la órbita socialista, también en el plano de la colaboración militar las relaciones con Moscú se estrecharon. Ello provocaría la crisis de los misiles, una situación de tensión mundial que estalló en octubre de 1962 al denunciar el presidente Kennedy la existencia en la isla de cohetes soviéticos de tipo ofensivo. La posibilidad de un ataque directo del ejército norteamericano a la isla se apaciguó al ordenar el jefe de Estado soviético, Nikita Krushev, el retiro de dicho armamento.

Desde 1962 hasta la actualidad la revolución cubana, en su proceso de consolidación, en el poder ha experimentado varias etapas. Éstas pueden resumirse en cuatro:

1) la etapa del camino al socialismo (1962-1985)
2) la fase de rectificación de errores (1986-1990)
3) el período especial (1991-1994)
4) el proceso de reforma económica (1995 en adelante).

La etapa del camino al socialismo representa los momentos de máximo apogeo del régimen castrista. En política interior el mayor avance ocurre en el campo económico al lograr el Estado una redistribución más equitativa de la riqueza y casi alcanzar el pleno empleo de la población. Además, se logran importantes avances sociales al garantizarse a todos los cubanos los servicios básicos de educación, salud, vivienda y cultura. Siguiendo una lógica que cree facilitará el tránsito del socialismo al comunismo, el Estado se convierte en el dueño de todos los bienes de producción y en el exclusivo inversionista en el país, supeditando toda su política económica a planificaciones quinquenales. Por último, la dependencia comercial que se forja con el bloque soviético a cambio de su asistencia militar y económica conduce al país a concentrarse en una actividad monoproductora: la siembra de azúcar. En la cosecha de 1970 aunque no se alcanzó la meta de producir diez millones de toneladas de dicho producto, se logró el récord de ocho y medio millones. En lo que respecta a la competencia política, ésta es constreñida en 1965 al reconocimiento legal de una única organización, el Partido Comunista Cubano, convertido en vanguardia de la revolución. Todos los partidos políticos anteriores a 1959 fueron prohibidos. Durante esta coyuntura Cuba experimenta un permanente embargo comercial de parte de Estados Unidos y es expulsada de la Organización de los Estados Americanos. No obstante ello, la política internacional del régimen se torna agresiva al proponerse diseminar su experiencia revolucionaria a otros países del Tercer Mundo. En el continente americano tal liderazgo fue asumido desde 1965 por el carismático Ernesto Ché Guevara y su proyecto de descolonización sustentada en la teoría del “foquismo guerrillero”, que él mismo resumió en su exhortación de “crear dos, tres, muchos Vietnams”. Su muerte en Bolivia en 1967 a manos de los militares que le capturaron interrumpió en el continente una experiencia que simbolizaba el intento de internacionalizar la revolución. Ella se reanudaría a fines de los años setenta con el apoyo a las guerrillas nicaragüense y salvadoreña. En su empeño de exportar su revolución, Cuba también trasladó el escenario de su influencia a África. Castro apoyó a los movimientos de liberación de Angola, Etiopía, Sierra Leona, Guinea Ecuatorial y Somalia entre los años sesenta y ochenta, bien a través de asesoría militar o mediante el envío tropas.

A partir de 1986, en coincidencia con los cambios liberalizadores que comienza a experimentar la Unión Soviética de Mikhail Gorbachov con el glasnost y la perestroika, Castro patrocina en la isla un camino inverso conocido como el “proceso de rectificación de errores”. Con este discurso se trataba de detener la pequeña experiencia de apertura al mercado tolerada por el régimen a principios de 1980. La meta era contener el egoísmo introducido por aquel “desviacionismo económico”, volviendo a los idearios morales del “hombre nuevo” formulados por el Ché Guevara. Pero esta coyuntura destacará por experimentar Cuba su primera crisis económica debido a la drástica caída internacional de los precios del azúcar ocurrida en 1985. Esta situación iba a afectar especialmente a la sociedad cubana que ve como su cómodo nivel de vida, alcanzado en la década anterior, comienza a descender, tornándose cotidianas las campañas de racionamiento de bienes. En materia internacional, el fracaso de los movimientos de liberación nacional en África y la dificultad económica de mantener las tropas y subsidios hace retroceder a Castro en su idea de exportar la revolución.

El desmoronamiento del bloque soviético que comenzó en 1989 iba a afectar drásticamente la política doméstica e internacional de Cuba. En la medida que el proceso de rectificación había dejado sin resolver los problemas políticos y económicos, el colapso del comunismo en todos los países vinculados a la órbita soviética empeoró la situación interna en la isla. La pérdida definitiva de la ayuda económica que recibía de la Unión Soviética, la extrema vulnerabilidad de su economía exportadora en los mercados internacionales y la prolongación del embargo norteamericano, hacen presagiar la caída del régimen. Al decretar en 1990 el inicio del “período especial”, Castro no sólo se propone salvar los logros sociales obtenidos por la revolución cubana sino también su propio régimen del partido único. Para lograrlo se decreta la reorientación de su comercio exterior y, al mismo tiempo, se incentiva el desarrollo de infraestructuras vinculadas al turismo. Sin afectar el centralismo económico se ejecutan tímidas medidas liberalizadoras, al mismo tiempo que se permite las actividades laborales privadas. Sin embargo, ninguna de estas medidas ha podido evitar que el crecimiento económico cubano experimentara en esta década un retroceso significativo y que la mayoría de la población se empobreciera aún más.

La fase más reciente por la que transita la revolución cubana ha tomado el nombre de proceso de reforma económica. Oficialmente esta fase empezó en 1995, aunque ella no ha hecho más que matizar algunos de los cambios ocurridos tras la apertura económica y la descentralización exportadora iniciadas en 1992. Por lo demás, el régimen castrista se resiste a impulsar una transición política a la democracia.

Fuente: Wiki

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