1808 – Batalla de Bailen


Batalla de Bailen, «No eran todavía las tres de la madrugada del 19, cuando, puesta ya en movimiento la vanguardia española hacia Andújar, anunció el fuego de las avanzadas la presencia de los franceses.»

La Batalla de Bailén (también conocida como la Batalla de Baylén) se libró durante la Guerra de la Independencia Española y supuso la primera derrota en la historia del potentísimo ejército napoleónico, la Grande Armée. Tuvo lugar el 19 de julio de 1808 junto a la ciudad jienense de Bailén. Enfrentó a un ejército francés de unos 21.000 soldados al mando del general Dupont con otro español ligeramente más numeroso (unos 24.000) a las órdenes del general Castaños. El ejército francés fue derrotado y hecho prisionero, la primera derrota militar de Napoleón. En esta batalla se distinguió el futuro Libertador de Argentina, Chile y Perú, José de San Martín, por entonces ya veterano oficial de carrera del ejército español.

BAILEN RENDICION

Batalla de Bailén

Parte de Guerra de la Independencia Española (Guerras Napoleónicas)

Fecha

18-22 de Julio de 1808

Lugar

Bailén, España

Resultado

Victoria decisiva Española

Beligerantes

Primer Imperio Francés

Reino de España

Comandantes

Pierre Antoine Dupont

Francisco Javier Castaños

Fuerzas en combate

24.000 regulares

33.000 entre regulares y milicianos

Bajas

2.200 muertos
400 heridos
17.600 prisioneros

240 muertos
730 heridos

Todo empezó cuando el general Dupont, después de su victoria en la batalla del Puente de Alcolea y tras tomar y saquear Córdoba, se preocupó al saber que el general Castaños estaba organizando un ejército que podía cortarle su comunicación con Madrid y dejarle sin bases apropiadas para mantener su avance entre poblaciones hostiles, por lo que abandonó Córdoba y se recogió al amparo de Andújar, donde estableció su cuartel general. Por su parte, Castaños puso en pie su ejército tomando como base los antiguos cuerpos militares, a los que se sumaron reclutas de las Juntas Provinciales de Andalucía. Desde su cuartel general en Utrera, se dirigió a Sierra Morena para cortar las comunicaciones con el centro de la Península a las tropas francesas en Andalucía.

El general Castaños, en una serie de osadas maniobras, desplazó su ejército de día y de noche, cambiando constantemente de dirección, de manera que las tropas francesas no pudiesen estar seguras de sus intenciones, mientras él se mantenía perfectamente al corriente de los movimientos franceses a través de los paisanos. Ante ello, el general Dupont envió una parte importante de sus fuerzas a La Carolina, con la intención de proteger el paso hacia Madrid de un posible ataque de Castaños, lo que le hubiese supuesto la incomunicación que tanto temía. Pero éste había realizado todos sus movimientos precisamente con la intención de forzar a Dupont a dividir sus fuerzas; se cumplía así la primera condición que Castaños había imaginado como necesaria para la victoria española.

Dupont, desde Andújar, no se atrevió a plantear una batalla a las fuerzas de Castaños, y prefirió retroceder, buscando enlazar con las otras tropas francesas mandadas por los generales Vedel y Dufour, que venían en su ayuda y que estaban ya casi en el límite de la provincia. Al dirigirse con esa intención a Bailén el 18 de julio, se encontró con las tropas de Castaños que en esos momentos salían de la ciudad, y allí mismo se entabló la batalla.

El hecho de que el enfrentamiento tuviese lugar a las mismas puertas de Bailén pudo ser decisivo para la victoria española: la población local apoyó en todo cuanto pudo a sus tropas. La ayuda más importante fue sin duda el suministro de agua para los soldados, en un día que los cronistas señalan como «especialmente caluroso» -en una región que ya de por sí registra elevadísimas temperaturas en esa época-. El suministro de agua no fue menos importante para las piezas de la excelente artillería española, que no dejaron de cumplir su cometido contra las tropas francesas. En el bando contrario, sin embargo, la efectividad de la artillería estuvo sustancialmente reducida por el exceso de calentamiento de los cañones.

Después de varios episodios de lucha muy virulenta, en unas condiciones climáticas asfixiantes, el general Dupont fue derrotado por las tropas del general Castaños antes de que las tropas del general francés Vedel, que volvían desde La Carolina al haber finalmente adivinado las intenciones del general Castaños, pudieran unirse a él. Unos 17.600 soldados franceses depusieron sus armas.

Las condiciones de la rendición fueron suaves e incluían que las tropas francesas fueran repatriadas a Francia. Sin embargo, estas condiciones no fueron cumplidas nunca: aunque Dupont y sus oficiales fueron liberados y trasladados a Francia, sus hombres fueron deportados a la desolada isla de Cabrera (en el sur de la isla de Mallorca). No existía una cárcel propiamente dicha en la isla, sino que la propia isla «era» el cautiverio. Este cautiverio terminó en 1814 al firmarse la paz. Debido a la escasez de recursos de la isla y la falta de suministros por parte de las autoridades de la Junta de Defensa de Mallorca, no más de la mitad seguían vivos al finalizar la guerra, y en recuerdo de los muertos (enterrados en el Cementerio Francés) se erigió un monolito en la isla.

Consecuencias

La derrota del general Dupont en Bailén tuvo graves consecuencias para el esfuerzo de guerra francés. La noticia se extendió por toda la península y forzó al rey José I Bonaparte a abandonar Madrid, además de poner en duda la aparente invencibilidad de los franceses. Napoleón tuvo que acudir a la península con un nuevo y numeroso ejército para consolidar su dominio.

Este conflicto que asoló nuestro país durante seis largos años debe enmarcarse dentro del contexto del proceso expansionista de Napoleón I. La debilidad de la monarquía española de la época y la fortaleza tanto política como militar del Primer Imperio Francés condicionaron esta intervención militar que al final derivó en un enfrentamiento entre España, Reino Unido y Portugal como aliados contra la Francia napoleónica. La ocupación del suelo español por el hasta entonces aliado ejército francés y la imposición de un rey intruso: José I, hermano de Napoleón I, como consecuencia de la obligada abdicación de la familia real española en favor del emperador francés, provocaron el espontáneo levantamiento de un pueblo que sin gobierno ni monarca se alzó en armas junto a su escaso ejército contra esa invasión y que queda escenificado en aquel día de Dos de Mayo de 1808 en Madrid.

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