1212 – Batalla de Las Navas de Tolosa


Alfonso al enterarse de que al – Nasir había tomado a Salvatierra, se dirigió contra él, con todo su ejercito, al – Nasir al enterarse de que Alfonso venia a por él cogió sus tropas y fueron a su búsqueda, la batalla se desarrolló en un sitio llamado hoy Castro Ferral. Los musulmanes resistieron heroicamente mientras los cristianos los asesinaban a todos, los primeros en morir fueron los voluntarios. Los almohades, los árabes y los bereberes al ver como habían muerto empezaron a rendirse y a huir mientras al – Nasir estaba en lo alto de una montaña resguardado de su guardia negra, al ver que sus hombres iban muriendo, y que otros abandonaban la batalla, se iba imaginando que de esa no iba a salir, estando allí se le acercó un árabe y le dijo: que hasta cuando iba a estar ahí sentado, que todo había terminado, y que la batalla estaba siendo ganada por los cristianos, así que al – Nasir se monto en una yegua y junto al árabe huyeron, pero los cristianos no tardaron en ir a su alcance y terminar con ellos. No quedaron vivos por parte de los musulmanes, y ese fue el comienzo de la caída de los musulmanes en al – Ándalus, los cristianos con Alfonso a la cabeza se fueron adueñando de todas las tierras, castillos hasta casi conquistarla toda, esto no fue posible por la llegada de un emir que restauro sus ruinas y devasto expediciones.

El 16 de Julio de 1212 tuvo lugar la batalla que cambio el rumbo de la reconquista, y dio el impulso necesario para que el avance de ejército reconquistador fuera inevitable.
Esta victoria significo el fin del imperio almohade, el cual hacía poco tiempo había infringido una grave derrota a nuestros ejércitos en Alarcos (1145) haciendo peligrar las posiciones ya conseguidas y provocando una grave amenaza al proceso reconquistador. Para esta batalla concentraron sus fuerzas el rey Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón, y Sancho VIII el fuerte de Navarra, apoyados por el Papa Inocencio III que había proclamado una cruzada contra los infieles, por la que acudieron numerosos caballeros europeos.

Nuestro ejército partió de Toledo, conquistando en su camino hacia Andalucía, la localidad de Calatrava. Contaba de alrededor de 150.000 hombres, frente a unos 400.000 del ejército musulmán. Nuestro ejército se encontró los pasos de Despeñaperros, Murandal y Losa ocupados por el enemigo, quedando sólo dos alternativas, o forzar el paso, lo que produciría grandes bajas o dar un rodeo, cosa que no podían permitirse. Se optó por forzar el paso, pero el sitio era infranqueable por la posición del enemigo, pero gracias a la ayuda de un pastor de cabras de la zona, este les enseño una senda por la que se podía atravesar el paso, una vez realizada esta maniobra, nuestro ejército se colocó en formación de ataque, estructurado en tres líneas, en la vanguardia al mando de Diego de Haro, estaban las mesnadas de Castilla y cruzados europeos. En el centro las órdenes militares y las huestes aragonesas y en retaguardia la flor y nata de los caballeros cristianos y numerosos peones y otras tropas.

Los musulmanes se dispusieron en cuatro líneas en formación de media luna en primera línea estaba formada por árabes y beréberes, la segunda línea eran voluntarios de todo el imperio, la tercera la ocupaban los almohades y por ultimo la guardia personal de Al-Nasir formada por los llamados 10.000 negros, que estaban encadenados para poder resistir hasta morir. Empezaron las hostilidades y nuestro ejército logró doblegar sus dos primeras líneas, los árabes se rehicieron cargando contra la vanguardia española provocando un duro golpe ,pero pese a este terrible golpe gracias a la superioridad numérica de los árabes, el rey Alfonso VIII realizó una arriesgada maniobra, avalada por la frase » defender o morir en la demanda «que hizo variar el acontecer de la batalla. El jefe de los ejércitos musulmanes al ver el giro en las vicisitudes de la batalla huyó rumbo a Jaén, abandonando a sus hombres. Los 10.000 negros de su guardia personal perecieron encadenados ante el impulso de Diego de Haro al mando de las huestes navarras. Como hemos dicho antes esta victoria supuso la disgregación del imperio almohade en reinos de taifas, y el impulso reconquistador tuvo en esta batalla un reflejo de admiración y como un ejemplo a seguir .

Fuerzas cristianas

El ejército cristiano estaba formado por:

* Las tropas castellanas al mando del rey Alfonso VIII de Castilla, el alma de la batalla y el coordinador, junto con 20 milicias de Concejos Castellanos, entre ellas las de Medina del Campo, Madrid, Soria, Palencia, Almazán, Medinaceli, Béjar y San Esteban de Gormaz. Constituían el grueso de las tropas cristianas y rondaban los 50.000 hombres. Su abanderado era Diego López II de Haro, quinto señor de Vizcaya. A este caballero encomendó Alfonso VIII el reparto del botín tras la batalla, del que dicen las crónicas castellanas que no se quedó nada para su propio provecho.

* Las tropas de los reyes Sancho VII de Navarra, Pedro II de Aragón y Alfonso II de Portugal. Sumaban unos 20,000 hombres, en su mayoría aragoneses Almogavares que al año siguiente lucharían en la Batalla de Muret. Las tropas portuguesas acudieron a la llamada de cruzada, pero no contaron con la presencia de su rey.

* Las tropas de las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, Temple y San Juan (Malta).

* Un gran número de cruzados provenientes de otros estados europeos o ultramontanos, llamados así por haber llegado desde más allá de los Pirineos. Estos guerreros, en su mayoría franceses, llegaron atraídos por el llamado del Papa Inocencio III, quien a su vez había sido contactado por el Arzobispo de Toledo Jiménez de Rada. Su número es discutible, pero se cree que pudieron llegar a los 30.000 hombres, si bien muchos de ellos no llegaron a participar en la batalla. Entre los convocados extranjeros figuraban también tres obispos, los de las ciudades francesas de Narbona, Burdeos y Nantes.

* Al igual que el portugués, tampoco participó en la contienda el rey de León Alfonso IX; aunque ansiaba acudir a la batalla, convocó una Curia Regia que le recomendó que exigiera condiciones para participar en la campaña, y así, Alfonso IX respondió a su homólogo castellano que acudiría gustoso en cuanto se le devolvieran los territorios que le pertenecían. Por ello, Alfonso VIII pidió la mediación del Papa, para evitar cualquier ataque leonés. Inocencio III accedió y amenazó con la excomunión a todo aquel que se atreviera a violar la paz mientras los castellanos lucharan contra los musulmanes. Este hecho contrasta con lo sucedido años atrás, cuando el mismo Papa había obligado al monarca castellano, sin éxito, a devolver esos castillos a Alfonso IX. Ante esto, para no romper el edicto del Papa y evitar la excomunión, el rey leonés se dedicó a recuperar sólo aquellas plazas que estaban dentro de las fronteras de León, evitando así el enfrentamiento en tierras castellanas. No obstante, y a pesar de ir en contra de sus intereses a corto plazo, consintió que acudieran a la batalla contra los almohades tropas y caballeros leoneses, gallegos y asturianos, de los cuales destacan: don José Bernaldo de Quirós, Vizconde de las Quintanas y Señor de Quirós, don Manuel de Valdés, don Fernando Lamuño y Lamuño, Señor de Salas y don Francisco de la Buelga , Caballero de la Orden de Santiago.

Fuerzas musulmanas

El ejército cristiano tenía un tamaño ciertamente respetable, pero el gran número de tropas convocadas por el Califa almohade Muhammad An-Nasir (Miramamolin para los cristianos) hacía que pareciera pequeño a su lado. Su tamaño fue enormemente exagerado por las crónicas cristianas, llegando a hablarse hasta de 300.000 a 400.000 hombres, si bien hoy en día se tiende a cifrar su número en algo más de 120.000. Su composición no era menos internacional que la de su oponente:

* En primera línea se situaba la infantería ligera marroquí reclutada en el Alto Atlas.

* Tras ésta se disponían los infantes voluntarios de Al-Ándalus, mejor armados que los marroquíes y encargados de detener las filas enemigas. Ese día, sin embargo, reinaban los recelos entre la guarnición andalusí debido a la ejecución de Ibn Cadis, el jefe de la guarnición musulmana en la fortaleza de Salvatierra, al que los cristianos dejaron marchar a cambio de rendir la plaza, y que, apenas llegado a territorio almohade, fue degollado por orden del sultán. Esto tendría consecuencias decisivas en la moral de las tropas andalusíes durante la batalla.

* El propio ejército almohade se encontraba detrás de los andalusíes, con la potente caballería africana, que había sido la pesadilla de los ejércitos cristianos, cubriendo los flancos. La mayoría de sus veteranos y bien armados hombres procedían del noroeste de África, pero entre sus filas no faltaban tampoco los guerreros de todos los rincones del Islam atraídos por la llamada a la Guerra Santa.

* Tras la caballería almohade, que combatía con lanza y espada, se encontraban contingentes de arqueros a caballo turcos conocidos como Agzaz. Esta unidad de mercenarios de élite había llegado a la Península tras haber sido capturados en lo que ahora es Libia durante la guerra que mantenían los almohades del Magreb con los ayubíes de Egipto.

* Al final, formando una apretada línea en torno a la tienda personal del sultán, se encontraba la llamada Guardia Negra (también denominados imesebelen), integrada por soldados-esclavos fanáticos procedentes del Senegal. Grandes cadenas y estacas los mantenían anclados entre sí y al suelo, de tal manera que no les quedaba otra alternativa que luchar o morir. Desde su tienda, el sultán arengaba a sus tropas vestido completamente de verde (el color del Islam), con un ejemplar del Corán en una mano y una cimitarra en la otra. En las filas musulmanas abundaban los líderes religiosos y santones tanto como los monjes y sacerdotes en las cristianas, exhortando a ambos bandos a una lucha sin tregua.

Como curiosidad cabe destacar que las mismas cadenas que mantenían atados a esos imesebelen, la Guardia Negra del califa, son las que incorpora Sancho VII en el escudo de Navarra y que aquel ejemplar del Corán poseía una enorme esmeralda en el centro, la cual también es tomada por el monarca navarro para dicho escudo.

Batalla de Las Navas de Tolosa

Parte de la Reconquista

Fecha

16 de Julio de 1212

Lugar

Las Navas de Tolosa , Jaén, España

Resultado

Victoria decisiva Cristiana

Beligerantes

Reino de Castilla
Reino de Navarra
Corona de Aragón
Órdenes Militares
Reino de Portugal
Voluntarios franceses
Voluntarios leoneses

Imperio almohade

Comandantes

Alfonso VIII de Castilla

Sancho VII de Navarra

Pedro II de Aragón

Muhammad An-Nasir

Fuerzas en combate

70.000 hombres

125.000 hombres

Bajas

2.000 muertos

90.000 muertos

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