La otra estación fantasma del Metro de Madrid


Arroyo Fresno, penúltima estación de la línea 7 del metro, permanece cerrada al público y en penumbra desde su inauguración hace nueve años

El metro encara la curva y frena levemente. Pasa muy despacio por la estación, cuyas paredes verdes se adivinan en la penumbra. La visión dura sólo unos segundos. Pintadas, polvo, puertas abiertas, la línea de la escalera que sube a una planta imposible de divisar… Y un silencio fantasmagórico. El cartel colgado sobre la pared indica que nos encontramos en la estación de Arroyo Fresno, en el puntal norte de la línea 7 (Hospital de Henares-Pitis). Es la penúltima del recorrido, a mitad de camino entre las paradas de Lacoma y Pitis, que conecta con la Red de Cercanías de Renfe. No aparece reflejada en ningún mapa.

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Los pasillos, el cartel, las escaleras…, toda la infraestructura lleva ocho años preparada para el tránsito de los usuarios. Arroyo Fresno es otra estación fantasma, como Chamberí, cerrada en 1966 y que ha permanecido cubierta de pintadas hasta hace unos meses.

Los 4,5 kilómetros de la prolongación de la línea 7 desde Valdezarza a Pitis se inauguraron en marzo de 1999, dos meses ante de las elecciones municipales y regionales. Fue uno de los proyectos impulsados por el entonces presidente regional, Alberto Ruiz-Gallardón. La ampliación costó 25.000 millones de pesetas de entonces (150 millones de euros), el 20% más de lo previsto. Incluyó seis estaciones, cinco abiertas al público y una, Arroyo Fresno, que quedó en cuarentena por falta de vecinos. Y así sigue en 2008.

A ras de suelo ninguna señal indica al peatón que camina por encima de una estación, cubierta por una losa de hormigón con forma de cruz que sólo es posible divisar entera desde el aire. Los obreros que urbanizan las futuras calles de la gran explanada no tienen ni idea de dónde está. Hay que rastrear entre los montones de tierra y los zócalos apilados hasta dar con los respiraderos de la estación, por los que se oye el runrún del tren cada pocos minutos.

En lo alto del monte donde está solitaria la estación de Pitis, dos vigilantes de Metro dan pistas de su paradero, junto a un poste de luz. «Ahí van los mendigos a dormir en invierno y los niñatos se cuelan a hacer pintadas», explica uno.

Pero ¿cómo entran? «Esa gente va preparada, cortan con tenazas y colocan unas escaleras», añade. Resulta difícil imaginar la bajada desde el respiradero, donde sólo mirar produce vértigo. «O si no, se cuelan por los túneles».

En Metro siguen sin saber la fecha de apertura de la otra estación fantasma. Quitan hierro a las pintadas. «En el momento que se abra, se retirarían», indica una portavoz. Mientras, la estación se limpia «de vez en cuando» y casi todos los días pasan por allí los vigilantes de seguridad. Desde la empresa del suburbano aseguran que el servicio está bien cubierto, porque de Lacoma a Pitis, las estaciones entre las que se encuentra la parada cerrada de Arroyo Fresno distan «unos 15 minutos» de paseo, con lo que la población de la zona tiene cubiertas las necesidades de transporte. Entonces, ¿para qué se construyó?

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