El Pueblo de los Pictos – Inglaterra en el Siglo VI


Los Pictos fueron un antiguo pueblo habitante de Caledonia (la actual Escocia), cuyo origen étnico no ha sido posible establecer con precisión, aunque parece quedar claro su origen precelta. Su denominación procede del latín pictus, ya que los historiadores romanos del siglo IV les llamaron picti (‘pintados’) a causa de que sus guerreros, siguiendo antiguas costumbres tribales, acudían pintados con diversos tatuajes a las batallas. Su área de expansión principal se centró en el norte y centro de Escocia, sobre todo en las cercanías de la ciudad de Aberdeen y con el río Clyde como frontera natural. Algunos restos arqueológicos parecen fechar hacia el primer milenio a.C. el asentamiento de la gran inmigración picta, con casi toda seguridad procedente del norte del continente europeo. Allí se convirtieron en uno de los pueblos indígenas que con mayor ímpetu resistieron, tanto el dominio romano, como las posteriores incursiones de anglos, jutos y sajones.

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Los pictos debieron de estructurarse como una típica sociedad “germánica”, es decir, guerrera y militar, en la que el caudillo militar era el máximo dirigente, con la existencia de vínculos de dependencia personal entre los guerreros. Antes de la llegada de los romanos dominaron toda la extensa zona del norte de las islas, donde basaron su riqueza en el control de las fértiles tierras de la comarca de Fife. Prueba de su fiereza guerrera fue la construcción de la famosa muralla de Adriano, fortificación datada hacia el año 120 y construida para frenar sus incursiones. En principio, estas incursiones, pese a aterrorizar a la sociedad galorromana del otro lado de la muralla, no eran más que expediciones de saqueo. A finales del siglo III, el ejército romano en Britania, dirigido por Constancio Cloro, derrotó varias veces a los pictos, frenando un poco la expansión de los pueblos del norte sobre Irlanda. Pero durante el siglo IV las campañas de saqueo volvieron a tener a los pictos como protagonistas: la irrupción más violenta tuvo lugar en el año 367, cuando los pictos sobrepasaron los límites de la dominación romana para pasar a adentrarse en Irlanda. Esta fecha tuvo una gran importancia en la vida cotidiana de las Islas Británicas, dado que los núcleos de habitación del interior, villas y ciudades, comenzaron a fortificarse ante el temor de los ataques pictos, pues el muro de Adriano fue inutilizado y, con casi toda seguridad, abandonado por sus defensores algunas décadas más tarde. Gracias a los testimonios de Beda el Venerable se ha podido datar otra incursión de pictos hacia el año 429, ocasión en la que fueron combatidos por San Germán, el cual instó a todas las comunidades británicas a combatir a los paganos del norte. La razón de este cambio de actitud hay que encontrarla en el pleno desarrollo de una entidad política, bien un reino o bien una confederación de territorios con una obediencia superior, amalgamada en el seno de una o varias familias de la aristocracia picta. Estas familias fueron aumentando su poder entre los siglos V y VI hasta constituir un linaje regio, el cual presentaba la particularidad de seguir una sucesión matrilineal; es decir, el derecho sucesorio correspondía a la familia de la mujer vinculada al linaje, no al varón. Por esta razón, un hermano o un sobrino de un monarca fallecido, en tanto que hijos de reina, podían ser elegidos reyes por delante de los hijos del rey finado, contrariamente a las costumbres monárquicas clásicas.

Durante los siglos VI y VII los pictos se enfrentaron a dos graves problemas: la invasión de los sajones, por el sur, y de los escotos, por el nordeste. Precisamente una de las razones por las que los sajones fueron bien recibidos por la población de las islas fue porque, en teoría, venían como federados del imperio para batallar contra los belicosos pictos. Por lo que respecta a los escotos, los intercambios entre ellos y los pictos fueron en constante aumento, por lo que, a partir del siglo VII los pictos perdieron su primitiva identidad individual, fundiéndose con los escotos. Estos invasores, al principio poco menos que unos piratas continentales que arrasaban periódicamente el territorio picto, fueron poco a poco colonizando el territorio al norte del río Clyde, hasta el punto de que, en la segunda mitad del siglo VI, todas las tierras entre el citado cauce y las Hébridas del Sur quedó enmarcado en el reino de Dalriada, el antecedente más inmediato de Albán, el primer reino escocés unificado del siglo VII. De esta manera, los antiguos aliados, pictos y escotos, entraron en un conflicto bélico permanente, pero la mayoría de los pictos optó por unirse a los segundos. Los pictos que resistieron tuvieron que refugiarse más al norte de Aberdeen, donde, además, fueron constantemente debilitados por los ataques del rey escoto Aedan Mac Gabrain, y también por las incursiones depredadoras de piratas normandos. El punto final al conflicto entre escotos y pictos tuvo lugar en el año 843, cuando los pictos se sometieron a la obediencia del rey escoto Kenneth Mac Alpin.

El constante intercambio de población acontecido en Escocia durante los siglos III y VI, así como la absorción de los escotos, han hecho prácticamente imposible encontrar algún rasgo decisivo para enmarcar la cultura picta en su justa medida. De ellos, además de la costumbre bélica a la que deben su nombre, únicamente cabe reseñar su avezado paganismo, descrito por Estrabón o por Tácito, y combatido por todas las autoridades eclesiásticas de las islas, que resistió a las evangelizaciones romana e irlandesa durante casi toda su existencia. Uno de los más importantes monasterios irlandeses de la época, el situado en la pequeña isla de Iona aproximadamente en el año 560, tuvo como objetivo prioritario lograr la ansiada conversión de los pictos, pero éstos resistieron enconadamente y sólo se puede hablar de una verdadera cristianización hacia la segunda mitad del siglo X. Igualmente, por referencias eclesiásticas, se ha podido averiguar que los pictos tenían una lengua propia que aún conservaron tras la sumisión del año 843, sobre todo en el norte de Aberdeen; no obstante, el gaélico irlandés (todavía hablado en algunas zonas del noroeste de la actual Escocia) acabó por imponerse casi a la par que el cristianismo. Por último, la historiografía británica suele denominar con el nombre de Picts’ House (‘Casa de los Pictos’) a ciertas construcciones redondas, como una especie de torres de poco más de tres metros de altura, encontradas en el norte de Escocia. Al parecer, se trata de los lugares de habitación de los poblados pictos, testimonio de su origen precelta. A pesar de ello, también hay investigadores que han negado la paternidad picta sobre estas construcciones, lo que conformando a los pictos como uno de los pueblos menos conocidos de la larga época, entre los siglos III y X, en la que se fraguaron las estructuras sociales de la actual Escocia.

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