En la península italiana surgió una de las más influyentes civilizaciones de la Antigüedad, el Imperio romano, que logró la unificación de los pueblos peninsulares y extendió su dominio por todo el Mediterráneo: impuso el latín en gran parte del continente, así como sus técnicas artísticas y de construcción y sus avanzadas concepciones políticas y jurídicas.
El cristianismo aparece como religión oficial del Imperio en el siglo IV, aunque en el V se produjo su definitiva ruptura. A partir de entonces comenzaron las invasiones bárbaras, que tuvieron como resultado la fragmentación de la península: en el centro se encontraban los dominios papales (antecedente del actual Estado de la Ciudad del Vaticano, que se encuentra en Roma), mientras que bizantinos, francos y germanos llegaron por el norte, y los árabes por el sur; en el siglo XI se produjeron nuevas invasiones, protagonizadas por normandos, alemanes, franceses y aragoneses. Las ciudades-estado italianas alcanzaron su apogeo económico y cultural en los siglos XIV y XV, durante los cuales se desarrolló el Renacimiento, cuyo legado artístico constituye hoy uno de los principales atractivos del país.
Fuente: Heritage-history