El Dirigible Hindenburg – El Titanic de los Cielos


El 6 de marzo de 1937, el dirigible Hindenburg, que había cruzado el océano Atlántico hasta llegar al aeródromo de Lakehurst, en Nueva Jersey, sufrió un inesperado accidente durante su aterrizaje: comenzó a salir fuego del fuselaje y poco después una sucesión de explosiones recorrieron su estructura. Con una capacidad de 190.000 m3, 247 m de longitud y un peso total de 195 toneladas, el Hindenburg era capaz de alcanzar una velocidad de crucero de 125 km por hora. Pero una fuga de hidrógeno ardió por culpa de una descarga eléctrica e incendió la envoltura del zepelín. Una oportuna y arriesgada operación de salvamento permitió reducir el número de víctimas: de los 37 pasajeros que viajaban a bordo, 26 fueron rescatados con vida, y de los 61 tripulantes, fueron salvados 39. El comandante del dirigible, el capitán Lehmann, salió con vida del accidente, pero murió poco después a causa de las quemaduras.

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La prensa de la época y diversas novelas alimentaron el sensacionalismo de la catástrofe y promovieron hipótesis descabelladas, como la existencia de una bomba de fósforo cargada por un comando anti-nazi, cuyo fin sería destruir la aeronave, máximo orgullo de la ingeniería del Tercer Reich.

Fuente: El Mundo

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