La Línea Maginot – La Barrera Francesa frente a Alemania


La Línea Maginot fue un conjunto de fortificaciones que cubrían la frontera francesa con Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial. Fue construida en la década de los 30, por iniciativa de André Maginot (1877-1932), ministro de defensa entre 1929 y 1932. Durante la Primera Guerra Mundial las modernas fortificaciones habían contribuido a detener el avance germano con más eficacia que la infantería, por lo que la experiencia de la Gran Guerra llevó al convencimiento por parte del alto mando francés de que, frente a las armas modernas, había que asumir un sistema eminentemente defensivo, con el fin de evitar gravísimas pérdidas humanas; en consecuencia, se comenzó a construir una barrera defensiva permanente contra el previsible ataque alemán. La Línea Maginot iba desde el Rin hasta Montmedy, en las cercanías del Sedán. Se estimaba la frontera del Rin como muy importante, y aunque los posibles pasos fueron fortificados con pequeños baluartes, el resto de la frontera con Alemania carecía de obstáculos naturales, así que se construyó una triple línea que transcurría a lo largo de unos 400 kms.

ea8fa-maginot_line_ln-enLa línea principal presentaba una serie de fortines completamente enterrados, hasta unos 70 metros de profundidad, de los cuales asomaba una cúpula de acero de unos 150mm de espesor, con piezas de artillería de medio y ligero calibre; el más importante de ellos, el Eben Emael, estaba considerado como una obra maestra de la fortificación. Detrás de esta línea se situaba la segunda, con piezas antitanques y algunos observatorios. La última línea ofrecía trincheras al estilo de la Primera Guerra Mundial y artillería de grueso calibre. Entre las tres líneas se extendía una tupida red de alambradas, fosos y campos de minas. Este complejo supuso un sensible avance, desde el punto de vista de las tropas, sobre anteriores fortificaciones; siete niveles podían cobijar una guarnición de hasta 22.000 hombres, los cuales poseían zonas con aire acondicionado para las tropas, resultando en muchos sectores más confortable que una casa corriente. Existían zonas de recreo, viviendas y líneas de ferrocarril subterráneas que conectaban diferentes áreas, con grupos electrógenos y calefacción. Todas estas instalaciones se encontraban protegidas por muros de hormigón de hasta tres metros de espesor. Fueron removidos para su edificación alrededor de 12 millones de metros cúbicos de tierra, y se emplearon cerca de 150000 toneladas de acero.

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La Línea no se prolongaba en Bélgica, ya que este país se había manifestado neutral desde 1936; cuando, en mayo de 1940, los alemanes invadieron Bélgica, cruzando el Sedán el día 12 y atravesando el extremo norte de la Línea Maginot, rompieron el frente con sus tanques y aviones y continuaron a través de la Línea para inutilizarla. Este hecho produjo controversias en cuanto a la importancia que para los aliados tenía esta línea defensiva. Tanto el General De Gaulle como Churchill realizaron un severo juicio de la Línea Maginot: para De Gaulle, ésta se engendró por una mentalidad puramente defensiva y ejerció un influjo debilitador sobre el espíritu de reacción del pueblo francés y sobre su estrategia militar; en opinión de Churchill, la construcción y dotación de la Línea Maginot supuso el objetivo prioritario de toda la maquinaria militar gala, y a esta táctica defensiva supeditó todo su potencial. Se consideró al mariscal Petain culpable de que la Línea Maginot no llegara por lo menos hasta el curso del río Mosa ya que, según él, la naturaleza del suelo en las Ardenas hacía casi imposible un intento de invasión. Para los alemanes, por su parte, el sistema defensivo francés supuso un gasto inútil; según el General alemán Heinz Guderian, se empleó demasiado dinero en la fortificación de la Línea y muy poco en la modernización y refuerzo de las fuerzas móviles. En realidad las anquilosadas concepciones del alto mando militar francés fueron responsables, en gran medida, del desastre galo.

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